Limpieza

Las trufas hay que lavarlas en agua bajo el grifo justo antes de utilizarlas en alguna receta. No es conveniente lavarlas antes porque se acorta su duración. En el mercado podemos encontrar cepillos especiales para este fin. En su defecto, podemos utilizar un cepillo de dientes o de uñas. Deberemos esmerarnos en los huecos formados por sus irregularidades y retirar cualquier resto que tengan de tierra y suciedad

Cuando estén limpias y antes de secarlas, las observaremos bien y eliminaremos cualquier parte dañada, o con larvas, que pudieran tener. Si dejáramos una trufa sin limpiarla bien, se comenzaría a descomponer y perderíamos toda la trufa.

Seguidamente las secaremos con papel absorbente de cocina o con un secador de pelo con aire frío. 

Conservación

Cuando conocemos los aromas de las trufas frescas, ningún método de conservación nos parecerá óptimo porque ninguno mantiene intactas las características de textura y aromas. Por eso recomendamos su consumo en fresco, especialmente el de la trufa negra (Tuber melanosporum). Pero si queremos aprovecharlas al máximo y consumirlas fuera de temporada tendremos que utilizar algún método de conservación. Aunque existen muchos, aquí comentaremos los más útiles para pequeñas cantidades.

 

Para consumir en fresco: 

La trufa negra de invierno(Tuber melanosporum) dura menos de 10 días en frigorífico. Hay que conservarla en un recipiente hermético y con un paño o papel absorbente que las envuelva y retenga el exceso de humedad. Este papel se irá cambiando aproximadamente cada 2 dias para evitar que la trufas se pudran. Las trufas respiran, por lo que se debería dejar abierto el recipiente unos minutos cada día para que se oxigenen.

La trufa de verano (Tuber aestivum) dura bastante más y no es raro mantenerlas en buen estado más de 1 mes.

 

La conservación en vinagre, licores y aceites: son técnicas muy extendidas y útiles. Sumergirlas en vinagres suaves como el de manzana, jerez seco o brandy a una proporción de unos 20 g / litro y transcurridos un par de meses podremos usarlos en la cocina en gran cantidad de recetas. Esta trufa no se estropeará pero con el tiempo se quedará seca y sin aroma, no servirá para nada más. 

Los utilizaremos para añadir a ensaladas, vinagretas, sopas, guisos y, si lo deseamos, para tomarnos un carajillo (café y un chorrito de brandy). 

En aceite de oliva de graduación baja, aceite de girasol, de nuez, cacahuete, en una proporción de 20 g / litro. 

 

Hay dos formas de elaborarlo: una de ellas es introduciendo la trufa rallada o troceada. El aceite tendremos que conservarlo siempre en el frigorífico si no queremos que se estropee. La otra forma sería introduciendo la trufa entera en aceite y dejar que el aceite se impregne de su aroma. Transcurridos unos días filtrar el aceite y utilizar la trufa para otras recetas. 

 

En su jugo: Poner las trufas limpias en un tarro de cristal y para cubrirlas podemos utilizar agua, brandy, vino blanco, jerez, oporto. Tapar y hervir en la olla express durante 30 minutos. Se conservará durante un año en el frigorífico.

Congelación: Limpiar la trufa, envolver bien con papel de aluminio y ponerlas en un tarro de cristal que cierre herméticamente. Guardar en el congelador.

 

Desecación: Es la forma de conservación más duradera. Este método sólo lo aconsejaría para la trufa de verano, ya que se pierde la mayor parte de su aroma. La trufa de verano tiene poco aroma pero es de sabor muy agradable y al desecarla acentuaríamos su sabor. Una vez desecadas podemos convertirlas en polvo y agregarlas directamente como condimento. En láminas las utilizaremos en guisos, salsas, sopas y croquetas.