Para limpiarlas: con un trapo o papel de cocina humedecido y sacudirlas una a una por si tienen tierra. Así, la seta conserva su textura y sabor.
También se puede sumergirlas durante unos minutos en agua fría y esperar a que se limpien de suciedad y tierra. Una vez humedecidas secarlas a la intemperie, procurando separarlas unas de otras.
Para conservar las setas por más tiempo existen también muchas formas diferentes.
Tres de las más conocidas son: escaldarlas y guardarlas con su jugo; hacerlas mínimamente a la plancha y guardarlas con su aceite; y guardarlas en crudo bien separadas (unas de otras) en una bolsa.
Todas ellas al congelador.